
El trastorno depresivo es un problema de salud mental común en la gente joven en el mundo. Asimismo, Hollon y Beck (1979), definen la depresión como el síndrome en el que interactúan diversas modalidades: somática, afectiva, conductual y cognitiva. Ahora bien, en los adolescentes, los principales síntomas se caracterizan por:
- Irritabilidad frecuente con brotes repentinos de ira.
- Mayor sensibilidad a la crítica.
- Quejas de dolores de cabeza, de estómago u otros problemas corporales.
- Retraimiento de personas como los padres o algunos amigos.
- No disfrutar de las actividades que por lo general le gustan.
- Sentirse cansado durante gran parte del día.
- Sentimientos de tristeza o melancolía la mayor parte del tiempo.
- Pérdida o falta de apetito.
Si estos síntomas duran 2 semanas o más, es conveniente buscar atención profesional.
Existe una gran variedad de consecuencias negativas a largo plazo asociadas con el trastorno, por ejemplo, dificultades en la convivencia y la socialización, pobre desempeño vocacional e incremento en el riesgo para autolesiones y suicidio. Por lo tanto, la intervención temprana es la estrategia más efectiva para la prevención de las consecuencias asociadas con la enfermedad.